TÓXICO IDÍLICO
Ha muerto un cansancio
entre mis venas, huesos y músculos
y no descansa en paz.
Cada vértebra, cada arteria
cada gramo de mi carne
es la sepultura
de su cadáver sin cuerpo.
Un cansancio murió
con los ojos abiertos en sal
-son cristales de llanto temblando ahora-
con las manos cerradas
aferrado a esperas viejas
anestesiado en dolores.
Se ahogó en mi sangre
entre esqueletos de corales
peces y algas de mares inexistentes.
Un cansancio vencido ha muerto
tóxico veneno idílico
y ya no tengo descanso
ni durmiendo por el resto
de mi vida.
Era mío antes de ser de él.
Eve V.Gauna Piragine
magníficos versos, un abrazo.
ResponderEliminarGracias querido Alfredo. Un beso inmenso.
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